viernes, 18 de febrero de 2011
Veinte años después
(Un buen amigo perico nos ha hecho llegar este escrito, que reproducimos por su interés:)
Voy a tomar prestado el título de una de las novelas de Alejandro Dumas, autor entre otros libros de Los Tres Mosqueteros, para comentar uno de los acontecimientos más importantes del espanyolismo. Me estoy refiriendo, claro está, a la celebración del Primer Aplec de Penyes del RCD Espanyol, que tuvo lugar el 17 de febrero de 1991, en la población costera de Pineda de Mar.
El día amaneció con negros nubarrones que amenazaban lluvia. “San Pedro no está hoy con nosotros”, comentó uno de los penyistes alzando la vista hacia el plomizo cielo. “Creo que San Pedro es culé”, afirmó otro de los asistentes al Aplec. “El tiempo no está con nosotros, pero nosotros sí estamos con el tiempo”, aseguró Eduardo Cubero, portavoz de la coordinadora de penyes.
Las peores predicciones meteorológicas se hicieron realidad y se desplomó la tormenta. La lluvia barrió las calles de Pineda, pero no pudo hacer lo mismo con el ánimo y el sentimiento blanc i blau de los más de 1700 pericos, quienes reunidos en uno de los lugares más emblemáticos del Passeig Marítim vieron como era bendecido el monumento conmemorativo de este evento, un monolito realizado en granito y de un metro setenta y cinco centímetros de altura, obra del artista Carles Miró Llort. Terminado el acto hubo la tradicional “cantada de Havaneres i el ron cremat”.
Lo único que la lluvia impidió fue el desfile de banderas y estandartes blanquiazules por las calles de Pineda y estas hubieron de ser desplegadas en el interior del Pabellón deportivo, donde también tuvo lugar la audición y baile de sardanas, que debía haberse celebrado en la conocida Plaça de Les Medies. “Graellers i Cap grossos, entre los que había uno dedicado a Tommy N´Kono, ayudaron a realzar la fiesta.
La comida de hermandad, a la que, no asistieron “solo cuatro gatos”, como habían pronosticado los medios culés, sino mil ochocientos periquitos, fue un éxito. Entre los asistentes cabe destacar al entonces presidente espanyolista Julí Pardo, el ex presidente Manuel Meler, el alcalde de Pineda Josep Lluis Fillat, el vicepresidente Perelló, los directivos German de la Cruz y la tristemente desaparecida Julia García Valdecasas, así como el también fallecido secretario técnico Pepe Mauri, los jugadores Ogris y Wuttke, y el presidente de la Penya Blanc i Blava de Pineda i Alt Maresme Jordi Salvans. Tras la comida y los parlamentos se entregaron placas conmemorativas a los atletas olímpicos blanquiazules Constantino Miranda, quien corrió las finales de 10.000 metros lisos y 3.000 obstáculos en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, y al también destacado deportista Miguel Navarro. Un espectacular castillo de fuegos artificiales puso fin al emotivo evento, y significó así mismo la clausura de los actos de celebración de los noventa años de historia de nuestro RCD Espanyol.
Quiero concluir esta crónica con un recordatorio a los que dijeron “que una flor no hace verano”, y que otro evento como aquel no volvería a celebrarse. Pues bien, a todos ellos me complace comunicarles, que ya llevamos veinte Aplecs, y no pensamos detenernos.
Visca sempre L´Espanyol!
Jaume Sabater Palmés “La pluma perica”
Voy a tomar prestado el título de una de las novelas de Alejandro Dumas, autor entre otros libros de Los Tres Mosqueteros, para comentar uno de los acontecimientos más importantes del espanyolismo. Me estoy refiriendo, claro está, a la celebración del Primer Aplec de Penyes del RCD Espanyol, que tuvo lugar el 17 de febrero de 1991, en la población costera de Pineda de Mar.
El día amaneció con negros nubarrones que amenazaban lluvia. “San Pedro no está hoy con nosotros”, comentó uno de los penyistes alzando la vista hacia el plomizo cielo. “Creo que San Pedro es culé”, afirmó otro de los asistentes al Aplec. “El tiempo no está con nosotros, pero nosotros sí estamos con el tiempo”, aseguró Eduardo Cubero, portavoz de la coordinadora de penyes.
Las peores predicciones meteorológicas se hicieron realidad y se desplomó la tormenta. La lluvia barrió las calles de Pineda, pero no pudo hacer lo mismo con el ánimo y el sentimiento blanc i blau de los más de 1700 pericos, quienes reunidos en uno de los lugares más emblemáticos del Passeig Marítim vieron como era bendecido el monumento conmemorativo de este evento, un monolito realizado en granito y de un metro setenta y cinco centímetros de altura, obra del artista Carles Miró Llort. Terminado el acto hubo la tradicional “cantada de Havaneres i el ron cremat”.
Lo único que la lluvia impidió fue el desfile de banderas y estandartes blanquiazules por las calles de Pineda y estas hubieron de ser desplegadas en el interior del Pabellón deportivo, donde también tuvo lugar la audición y baile de sardanas, que debía haberse celebrado en la conocida Plaça de Les Medies. “Graellers i Cap grossos, entre los que había uno dedicado a Tommy N´Kono, ayudaron a realzar la fiesta.
La comida de hermandad, a la que, no asistieron “solo cuatro gatos”, como habían pronosticado los medios culés, sino mil ochocientos periquitos, fue un éxito. Entre los asistentes cabe destacar al entonces presidente espanyolista Julí Pardo, el ex presidente Manuel Meler, el alcalde de Pineda Josep Lluis Fillat, el vicepresidente Perelló, los directivos German de la Cruz y la tristemente desaparecida Julia García Valdecasas, así como el también fallecido secretario técnico Pepe Mauri, los jugadores Ogris y Wuttke, y el presidente de la Penya Blanc i Blava de Pineda i Alt Maresme Jordi Salvans. Tras la comida y los parlamentos se entregaron placas conmemorativas a los atletas olímpicos blanquiazules Constantino Miranda, quien corrió las finales de 10.000 metros lisos y 3.000 obstáculos en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, y al también destacado deportista Miguel Navarro. Un espectacular castillo de fuegos artificiales puso fin al emotivo evento, y significó así mismo la clausura de los actos de celebración de los noventa años de historia de nuestro RCD Espanyol.
Quiero concluir esta crónica con un recordatorio a los que dijeron “que una flor no hace verano”, y que otro evento como aquel no volvería a celebrarse. Pues bien, a todos ellos me complace comunicarles, que ya llevamos veinte Aplecs, y no pensamos detenernos.
Visca sempre L´Espanyol!
Jaume Sabater Palmés “La pluma perica”
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